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Capilla Mayor

El Cabildo leonés, impresionado por el "transparente" que Narciso Tomé había construido en la catedral de Toledo, decidió hacer una cosa parecida en el presbiterio de la suya. Contrató con dicho artista, y con su sobrino Simón Gavilán, un retablo descomunal, de aparatoso barroquismo y teatralidad, en sustitución del que Nicolás Francés había pintado durante el primer tercio del siglo XV, para esta capilla mayor. Aquel retablo, que se colocó el año 1740, chocaba con la sencillez y pureza de este templo, por lo que, una vez terminadas las obras de restauración a finales del siglo XIX, los arquitectos "puristas" determinaron desmontarlo. En la actualidad se encuentra en la iglesia de los PP. Capuchinos depositado por el Cabildo.

capilla_mayorPor ello, se emprendió la tarea de reconstruir el antiguo, del gótico internacional, compuesto por dieciséis tableros grandes y varias decenas de otros más pequeños; la gran mayoría habían desaparecido; únicamente se pudieron recuperar los cinco mayores que integran el retablo que hoy contemplamos, más las dieciocho tablitas con que se compuso el trono del obispo. Tres de los primeros se relacionan con la vida de san Froilán; en el más alto se narra al traslado de los restos de Santiago desde Iria-Flavia a Compostela; el quinto narra la presentación de la Virgen en el templo. En todos ellos se descubren influencias giottescas y de los primitivos flamencos; son pinturas alegres, penetradas de naturaleza en todos sus elementos vivos, dan importancia a lo anecdótico, a lo minucioso y narrativo.

En la primera de la izquierda vemos a san Froilán en medio de un bosque de estructura casi arquitectónica, sometiéndose a la prueba de la brasa extraída de la lumbre que hay a sus pies: la acerca a sus labios y, al no quemarle, interpreta que Dios le llama a la predicación. Más adelante hay dos palomas revoloteando sobre su boca, una blanca y otra negra: la negra le abrasa y la blanca le produce dulzor, lo que simboliza el gozo del Espíritu Santo que actúa en él. La tabla que está encima recoge el momento de la consagración como obispo; participan en la ceremonia otros tres obispos consagrantes. Hay además presbíteros, monjes, acólicos; entre los asistentes está san Atilano, que también va a ser consagrado. En el broche de la capa pluvial se lee: Froylavinus.

A la misma altura, por el lado de la epístola, está la tercera tabla del ciclo de san Froilán. Narra la visita del rey Alfonso 111 al monasterio de Moreruela para convencer a san Froilán para que venga como obispo a León, a petición de los leoneses. El monarca va elegantemente vestido a la moda del siglo XV, acompañado por varios cortesanos. Salen dos monjes a recibirle, uno de los cuales le da la mano. Aparecen dos gallinas atadas en el suelo, un perro espulgándose, dos mujeres hilan, otra pareja con aire pintoresco asiste a la escena. Abundan, como vemos, los recursos costrumbristas.

Debajo de la anterior, se encuentra la única tabla conservada con tema mariano: la presentación de la Virgen en el templo. María, jovencita, asciende por la escalinata hacia el altar, donde esperan dos sacerdotes. Abajo quedan san Joaquín, santa Ana y algunos parientes. Todo ocurre en el interior de un edificio gótico.

Rematando el retablo podemos presenciar el traslado de los restos de Santiago, como ya se dijo, transportados por un carro de bueyes, al uso medieval. Le guían dos clérigos, vestidos con dalmática, mientras otros dos sujetan por los cuernos a dos novillos salvajes. En el fondo aparece una pareja de pastores, uno de los cuales se lleva la mano a la frente para protegerse de los rayos del sol y contemplar la procesión.

El resto de las tablas que integran el retablo pertenecen a la escuela castellana. El apostolado que está sobre la hornacina, procede de Palanquinos, así como las de la Anunciación, Adoración de los Reyes, la Purificación y la venida del Espíritu Santo, enmarcadas en la predela. La de la Natividad y el Tránsito de María, que se mezclan con las anteriores, proceden de la iglesia del Mercado. De esta misma iglesia fueron traídas las que componen el retablito de la derecha: Apostolado, el Niño en el templo, la Misa de san Gregorio, el Descendimiento y la Adoración de los Reyes. Es muy probable que éstas últimas fueran pintadas por Juan Alonso y Bartolomé de Herreras, el año 1524, para un retablo que fue "visto y tasado" por Juan de Valmaseda y Lorenzo de Ávila.

Una pintura excepcional es la que ocupa el intercolumnio opuesto al retablo anterior, atribuida a Nicolás Francés. Representa el Descendimiento de la Cruz, o Llanto sobre Cristo muerto. Como si se tratase de un expositor, José de Arimatea y Nicodemo sostienen en una sábana blanca el cuerpo del Señor, mostrándole al espectador, antes de envolverlo y depositarlo en el sepulcro. Un grupo de personajes asisten a la escena desde el ángulo superior de la derecha, entre curiosos y perplejos. Para mayor realismo, no faltan los instrumentos de la pasión: tenazas, cuerdas, corona de espinas, clavos, etc. (Esta pieza ha sido trasladada a la Sala del Rosetón del Museo Catedralicio).

El Arca de San Froilán

Uno de los tesoros más preciados de la Catedral es la Arqueta de san Froilán, que se expone debajo del retablo de la capilla mayor. Siempre ha sido arca de reliquias, y en este momento guarda las de san Froilán, anacoreta y obispo, que fue uno de los pilares sobre los que se fundamentó el proyecto repoblador y misionero del último rey de Asturias, Alfonso III el Magno. Es obra de Enrique de Arte, que vino a León el año 1501, para trabajar en la Custodia del Corpus, desaparecida el año 1808, y que era una de las más grandiosas de España.

La arqueta estaba ya concluida el año 1520. En su origen era la mitad más pequeña, chapeada por ambas caras. El orfebre Suero de Argüello la dividió en dos piezas hacia el 1573, quedando guarnecidos únicamente los frentes. Esta separación se hizo para colocar el sagrario entre ambas partes. Tras varias vicisitudes, volvieron a unirse y quedar tal y como la vemos hoy. Sus diez arcos de medio punto, separados por pilastrillas, cobijan los relieves de: santa Catalina de Siena, san Pedro, san Bartolomé, san Esteban, san Pablo, san Juan, Santiago, san Lorenzo, y Catalina de Alejandría. La decoración es rica, de tipo lombardo en los elementos vegetales. Abundan candelieri, grutescos, roleos, fuentes, vides, etc. Remata en crestería calada.

Debajo de ella está el sagrario, caja enmarcada por dos columnas de fuste liso y capitel corintio. En sus portezuelas figuran san Pablo y Melquisedec. Fue hecha por Suero de Argüello el año 1586. Sobre ella, el artista Rebollo colocó un templete clásico el año 1826, en el que resaltaba la figura de san Froilán, cincelada en plata.

El Coro

La Catedral de León es macrocéfala, como las francesas. Era fácil así colocar un gran coro alrededor del presbiterio, como se venía haciendo desde la época paleocristiana, aunque esta costumbre se utilizó menos en España.

Dicho coro ocupaba los dos primeros intercolumnios próximos al altar, con las sillas paralelas al eje de la iglesia. Las cuatro primeras de ambos lados se cerraron en escuadra en el siglo XVI, lo que originó la construcción del trascoro, quedando así el espacio de la capilla recogido con mayor intimidad para los actos litúrgicos. Permaneció allí, en el presbiterio, hasta el año 1746, en que el arquitecto Tomé lo colocó en el lugar que hoy ocupa. Ésta había sido una vieja aspiración del Cabildo, a quien se lo prohibió el rey Felipe II porque "se perdería la gracia y el ornato que tenía dicha igIesia".

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Es una de las sillerías más bellas del siglo XV; empezó a tallarse el año 1467 para estar concluida en 148 1. El Cabildo mandó al maestro Enrique, carpintero de la Catedral, que "fuese a ver a examinar las syllas de Sant Fagund, e de Palencia, e fuese a Segovia..."

Se encargó de la obra el maestro Jusquín, que por entonces trabajaba en la fábrica. Los dos artistas más importantes que participaron en su factura fueron Juan de Malinas y Copín de Holanda, quien se hizo cargo de los trabajos el año 1475, tras fallecer aquél.

Toda ella está ejecutada con suma destreza. Las figuras tienen un dibujo excelente, entre la naturalidad y la elegancia. Además del letrero correspondiente, cada una lleva su atributo, por lo que es fácil identificarlas en su totalidad.

Se divide en dos coros, con doble orden de sillerías cada uno: el del Rey, por el lado del evangelio y el del Obispo, por el lado de la epístola.

Coro del Rey.

A. Costados:

1. Isaac reconociendo a su hijo Jacob; 2. Esaú vendiendo la primogenitura por un plato de lentejas; 3. Un rey de Israel; 4. Rajab sujeta la cuerda por la que desciende uno de los emisarios de Josué desde los muros de Jericó.

B. Sillas Bajas:

1. La Ley antigua con la lanza rota y las tablas; 2. La Sibila Tiburtina dotada de profetismo; 3. Judas Macabeo; 4. El profeta Abacuc; 5. Daniel entre los leones; 6. Jeremías; 7. Esther con corona y cetro reales; 8. Jabel, con el martillo y el clavo que atravesó el cráneo de Sisara; 9. Gedeón, vencedor de los madianitas; 10. El joven Tobías con el pez; 11. El viejo Tobías aplicando la mano a sus ojos ciegos; 12. Nehemías, con el libro de la Ley; 13. Eliseo. 14. Assa, rey de Israel; 15. Un obispo; 16. Elías sobre un carro de fuego; 17. San Juan Bautista con el cordero; 18. Enoch, con la filacteria profética; 19. San Jorge acosando al dragón; 20. La Visitación de la Virgen a santa Isabel; 21. Genealogía de Cristo.

C. Sillas Altas:

1. La Virgen María; 2. San Gabriel; 3. Abraham dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac; 4. Isaac con sus hijos Esaú y Jacob; 5. Jacob, ante la visión de la escalera y los ángeles; 6. Esaú con un trofeo de caza; 7. San Pablo; 8. Santo Tomás; 9. Santiago Alfeo; 10. San Felipe; 11. San Mateo; 12. San Marcos; 13. San Lorenzo con la parrilla; 14. San Vicente con dos cuervos y una cadena al cuello; 15. La virtud de la Prudencia con un espejo; 16. San Martín partiendo la capa con el mendigo; 17. San Froilán con el lobo; 18. San Nicolás obispo; 19. San Francisco de Asís; 20. Santa Catalina con la rueda del martirio; 21. Santa Marta pisando al dragón; 22. Santa Lucía, con palma y espada; 23. Santa Juliana, con acetre y manteniendo preso al demonio; 24. San Claudio vestido de soldado.

Coro del Obispo.

A. Costados:

1. Noé con sus hijos; 2. El Diluvio, el Arca de Noé y el Arco Iris; 3. Un rey de Israel; 4. Esther intercediendo ante el rey Asuero.

B. Sillas Bajas:

1. La Ley nueva, con cáliz y cruz; 2. El anciano Simeón con el Niño Jesús en sus brazos; 3. Joel; 4. Zacarías; 5. Ezequiel; 6. Isaías, con la sierra del martirio; 7. Judit, con la cabeza de Holofernes; 8. La reina de Saba, admiradora de Salomón; 9. Salomón; 10. David (ambos con instrumento de cuerda); 11. Natán; 12. Samuel; 13. Job, con sus vacas y ovejas muertas por el fuego caído de las nubes; 14. Un obispo; 15. El sacerdote Aarón; 16. Josué vestido de soldado; 17. Moisés, con los cuernos y las tablas de la ley; 18. Escena con tres actos: Sansón desquitando al león; Dalila huyendo a caballo y Sansón siendo apresado por los filisteos; 19. Jesús descendiendo al Limbo; 20. La precipitación de los ángeles en el Averno.

C. Sillas Altas:

1. La creación de Eva, que sale del pecho de Adán; 2. El arcángel san Miguel; 3. Un ángel, que puede ser el que expulsó del Paraíso a Adán y Eva; 4. Éstos, con túnica muy sencilla y una azada, haciendo referencia al momento posterior a la caída; 5. Noé con el arca del Diluvio sobre el pecho; 6. Nemrot, conocido como "el más grande cazador ante Yahvé", se ha identificado como Gilgamés, luchador y guerrero; 7. San Pedro con las llaves; 8. San Andrés con la cruz aspada; 9. San Juan con el cáliz; 10. San Bartolomé sujetando al dragón; 11. San Lucas con el toro; 12. San Esteban con las piedras del martirio; 13. San Sebastián; 14. La virtud de la Fortaleza; 15. San Lupercio; 16. San Silvestre; 17. San Isidoro; 18. San Jerónimo con el león; 19. Santo Domingo con un lobo; 20. La Magdalena con el tarro de los perfumes; 21. Santa Elena con la cruz por ella encontrada; 22. Santa Cristina con una rueda de molino atada al cuello y dardos; 23. Santa Bárbara con el torreón del martirio; 24. San Marcelo.

En los dos pilaretes de la embocadura hay otras seis imágenes de difícil identificación; múltiples figuras, fantásticas y picarescas casi siempre, se esconden en las misericordias, brazos de sillares, enjutas, etc. Doseletes y cresterías se entrelazan con los más finos arabescos, formas geométricas y la más variada floración de temas vegetales.

El Trascoro

Aunque rompe la unidad espacial del templo, el trascoro es una obra genial del renacimiento español. Se comenzó a construir el año 1577, bajo la dirección de Juan López, sobre planos que había trazado Juan de Badajoz el Mozo un tercio de siglo antes. El continuador de las obras fue Baltasar Gutiérrez, quien completó la estructura, en cuya decoración se quiere ver la mano borgoñesa de Juan de Juni. Se concibe todo como un monumental arco de triunfo con un cuerpo de dos tableros a cada lado, enmarcados por columnillas de tercia, teniendo como pedestal un gran zócalo. En los relieves se representan las escenas de: la Natividad de la Virgen, la Anunciación, el Nacimiento de Cristo y la Adoración de los Reyes. Las cuatro imágenes que campean sobre él, efigian a san Pedro y san Pablo, a san Marcelo y san Isidoro. En el ático, por la parte delantera, está la Asunción de María, y, mirando al altar, san Froilán.

Dichas imágenes, lo mismo que los tableros de alabastro, fueron contratados por el cabildo con Juan de Juni y Esteban Jordán el 16 de febrero de 1577, fecha en que estaban avecinados en Valladolid, aunque ya antes habían estado vinculados a León. La realización de la obra corrió por cuenta de Esteban Jordán solamente, según los documentos conservados en el archivo de la Catedral, por haber fallecido Juni. El crucifijo que remata el conjunto está siendo considerado como de Bautista Vázquez, tras haberle presentado en concurso con otro del artista anterior.

Otras pequeñas representaciones de sibilas, virtudes y medallones se distribuyen sobre el entablamento.

Si impresionante es la escultura del trascoro, no de menor calidad son los trabajos de decoración que cubren sus campos: abundan los temas mitológicos, atlantes, figuras afrontadas, grutescos, bucráneos, arquitecturas fantásticas, entrelazándose los temas bíblicos con otros alegóricos. Entre aquéllos destaca el árbol de Jesé, con buena labor de trépano, que asciende por las jambas del arco.

Los muros laterales de los dos primeros tramos del coro son de Baltasar Gutiérrez; el resto los construyó Narciso Tomé en 1744. La verja que lo cierra fue fabricada por Félix Granda, bajo diseño de Manuel de Cárdenas, el año 1915.

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