Es la más antigua de la catedral, dedicada, en su origen, al Salvador. Desde 1954 la preside la Virgen Blanca, imagen que ocupaba el parteluz de la puerta principal del Juicio, tras haber sido sustituida por una buena copia, realizada por Andrés Seoane.
Es probablemente la escultura más clásica del gótico leonés, liberada de toda connotación francesa. La Virgen permanece de pie, pisando al dragón, en clara referencia a su concepción inmaculada. Marca un gran avance hacia el naturalismo, aunque todavía se aprecian en ella algunos rasgos arcaizantes. El artista ha intentado establecer comunicación entre la Madre y el Hijo, si bien Ella sigue pendiente del espectador. Las formas son correctas, cargadas de plenitud, como lo acredita la belleza del rostro. Esta imagen, por sí sola, ha dado nombre a uno de los artistas más geniales de la estatuaria leonesa.
La escultura yacente de la izquierda guarda los restos de la condesa doña Sancha, fundadora de un monasterio en Cabreros del Río, a mediados del siglo XIV Tras haberlo donado a la catedral, fue asesinada por un sobrino suyo. Éste es el acontecimiento que se recoge en el frontis del sepulcro: la condesa hace la donación que recibe el Niño en brazos de Santa María de Regla; a continuación los sicarios cometen el crimen; el sobrino, que primero contempla los hechos, cae luego del caballo, siendo arrastrado por el animal al quedar su pie enganchado en la espuela del estribo; esto le ocasionó la muerte.
El otro sepulcro pertenece al infante D. Alfonso, benefactor de la Catedral, que murió en 1377. Aparece su escudo de armas; por el borde de la estatua corre la siguiente inscripción: "MAESTRE MARCOS ME FECIT".