Hasta el año 1524 estuvo dedicada a aposento de los sacristanes de la Catedral; en aquella fecha D. Andrés Pérez de Capillas, arcediano de Tricastella, quiso enriquecerla con un calvario que encargó a Juan de Valmaseda. Dos años más tarde, el mismo artista completó el retablo con los cuatro evangelistas y sus correspondientes símbolos. El conjunto marca un momento interesante dentro de la escultura leonesa; por una parte, se encuentra dentro de las líneas y espiritualidad goticista; por otra, ya aporta, dentro de su austeridad, manifestaciones renacentistas. No faltan detalles pintorescos, como las gafas de san Lucas.
En el muro opuesto, se levanta la llamada "puerta del cardo", que fue diseñada y ejecutada por Juan de Badajoz el Viejo. Se trata de un arco triunfal rebajado que culmina en tres conopias que se entrecruzan complicadamente; sus molduras se cubren de la más variada profusión de cardinas, hojas de roble, vides, pámpanos, animales fantásticos y otros temas menudos y bien dibujados, similares a los de la comisa de la capilla de la Virgen del Camino.
Esta puerta servía para dar acceso al altar desde la sacristía. A cada lado hay una imagen sobre hornacina de media caña. En lo alto, una Virgen con el Niño.