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IV Adviento

4º DOMINGO DE ADVIENTO

 

Este año, al combinar el calendario civil con el litúrgico, se ha dado la circunstancia, la casualidad, de que la cuarta semana de Adviento queda reducida a un solo día. La cuarta semana de este tiempo previo al de Navidad será exclusivamente un día, un domingo, justamente el cuarto de Adviento. Es la semana más corta que se puede dar.

 

En la liturgia de la palabra de este 4º domingo de Adviento, se nos proponen unas lecturas de sobra conocidas, por una parte, y de una gran belleza, por otra. Me refiero a las tres lecturas y al salmo, claro. Sin embargo, por la breve extensión de este comentario, nos centramos únicamente en el evangelio, es decir, en el majestuoso cuadro de la Anunciación. Esta escena majestuosa, como digo, pero a la vez entrañable, desarrollada en la casa donde vivía María, en la ciudad de Nazaret, ha sido fuente de inspiración para pintores, escultores, músicos, literatos, cineastas y demás artistas. También, y quizá de manera más especial, si cave, para los hombres y mujeres que cultivan la espiritualidad y la oración en su vida cristiana.

 

A este último grupo nos unimos los lectores de este comentario para alimentar nuestra fe. Admiramos este cuadro de la Anunciación. No desde el punto de vista de una obra maestra de pintura, de música, escultura, etc., sino desde el punto del relato evangélico, de la palabra. Para ello, me voy a fijar en algunos puntos, ciñéndome a un decálogo nada más, recurso, por otra parte, frecuente y válido.

 

  1. Alégrate. Es la primera palabra que pronuncia el ángel cuando se presenta a María para comunicarle el mensaje que le trae de parte de Dios. Es fácil colegir que la alegría no es causa, sino efecto del anuncio que trae. Alégrate María, porque el mensaje que te traigo te va a inundar de verdadera alegría. Casi espontáneamente surge la pregunta: Cristianos, que hemos recibido el grandioso don de la fe, ¿dónde está la alegría? ¿De verdad hemos recibido el mensaje? El primer efecto de la fe en cada uno de los creyentes ha de ser la alegría. En este 4º domingo de Adviento, y ayudados por la escucha de este relato evangélico, meditemos este gran motivo de alegría: El anuncio de la Encarnación. Dios se hace Es un Dios-con-nosotros. Y lo vamos a celebrar en la inminente Navidad.

 

  1. Se turbó. Sin embargo María se turbó. No por el mensaje en sí, sino porque ella no lo podía entender todavía. No lo podía La desbordaba. ¿Quién de nosotros no ha dicho alguna vez ¡“no me lo puedo creer”!, o dichos parecidos? El mecanismo humano receptor de una gran noticia, suele reaccionar así, con la turbación. María también se turbó ante aquellas palabras.

 

  1. No temas. Pero rápidamente interviene el Ángel Gabriel para decirle que no se asuste, que no tema, porque la cosa viene de Dios. Todavía resuenan en la Iglesia aquellas palabras -las mismas- del recién elegido papa San Juan Pablo II: No tengáis miedo, abrid las puertas a Cristo.

 

  1. Concebirás y darás a luz. Éste es el contenido del mensaje: Vas a ser madre. Como para cualquier mujer, también para María esto sería el mayor motivo de alegría, si bien pasando previamente por el susto, por la turbación. Como para cualquier madre, también para María sería una gran alegría oír aquellas grandezas de su

 

  1. Nombre/nombres. Y no es un sueño, no es producto de la imaginación. El anuncio es real. Tú le pondrás un nombre: Jesús. Aunque también se llamará Hijo de Dios, Hijo del Altísimo

 

  1. Rey/Reino. Y la cosa viene de atrás. Tiene historia recorrida con raíces ya Recordemos la primera lectura de hoy, la promesa hecha a David, etc.: El Señor Dios le dará el trono de David, su padre y reinará para siempre.

 

  1. Cómo no iba a dudar María. Una chica muy joven, recibiendo tal notición… Es normal que diga aquello de “¿cómo puede ser esto?”.

 

  1. El Espíritu Santo. Esto son palabras mayores. Y si para una futura madre la mayor alegría es su hijo que viene, cuánto más sabiendo quién es el hijo y que viene por obra del Espíritu Santo, que la cubrirá con su sombra y por eso su hijo será también Hijo de Dios.

 

  1. Una prueba. Por si quedara algún atisbo de duda y de turbación, el ángel le da una prueba a María: Tu prima Isabel, a pesar de ser muy mayor, está también Es que para Dios no hay nada imposible.

 

  1. María seguramente sigue notando el nudo en la garganta y las alas de mariposa en su alma. Pero cuando el Arcángel San Gabriel le dice: Es verdad, para los hombres es imposible, pero Dios lo puede todo, entonces… entonces es cuando se lanza con toda confianza a la piscina de las aguas divinas y dice: He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra.

 

¿Ha sido breve el tiempo dedicado? Podremos seguir contemplando este fantástico cuadro cada que vez que recemos esa sencilla oración que es “el ángelus”. Oración sencilla que nos lo seguirá recordando.

 

Nicanor Martínez García

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